Mateo 11:28
El camino parecía interminable. Llevábamos más de 40 minutos en una carretera rural con muchos obstáculos para alcanzar el lugar de la excursión que habíamos planificado junto a algunos compañeros de trabajo, casi un mes antes. Recuerdo que mientras el bus avanzaba, hacíamos chistes, nos reíamos, hablábamos y hacíamos un sinfín de cosas, pero no llegábamos. Parecía como si el paisaje se repitiera.
Muchos árboles alrededor de las cuestas por donde pasamos. Casas aisladas nos hicieron saber que había pocas personas por allí. En algún momento del trayecto pensé: ¿valdrá la pena el haber venido? Luego supe que sí...
Al fin llegamos al lugar de la excursión, su nombre es Paraíso Caño Hondo, situado en mi amada República Dominicana. Un sitio hermoso entre las montañas cerca de la bahía de Samaná, que destila un aire de pura naturaleza.
Al ir acercándonos a la recepción para registrar nuestro arribo, se percibía desde lejos el sonido de una fuente natural, que daba la sensación de estar escuchando una de esas tímidas lluvias que nos hacen sentir paz. De inmediato llegó a mi mente Jesús, que nos invita a ir a él sin importar cuán difícil sea el camino, cuantos obstáculos encontremos o si el paisaje parece siempre igual. Estoy seguro que cuando nos toque llegar a su presencia, nos convenceremos de que, al igual que en la excursión con mis compañeros de trabajo, valió la pena el trayecto.
Ven a Jesús, confiésale tus pecados, arrepiéntete, comienza otra vez con más fuerza y vive de ahora en adelante los momentos de tranquilidad y esperanza que recibes cuando descansas en el glorioso hijo de Dios sin importar tus cargas. Ven y experimenta el sonido de la lluvia después del largo camino.
Que Dios te bendiga abundantemente.
Muchos árboles alrededor de las cuestas por donde pasamos. Casas aisladas nos hicieron saber que había pocas personas por allí. En algún momento del trayecto pensé: ¿valdrá la pena el haber venido? Luego supe que sí...
Al fin llegamos al lugar de la excursión, su nombre es Paraíso Caño Hondo, situado en mi amada República Dominicana. Un sitio hermoso entre las montañas cerca de la bahía de Samaná, que destila un aire de pura naturaleza.
Al ir acercándonos a la recepción para registrar nuestro arribo, se percibía desde lejos el sonido de una fuente natural, que daba la sensación de estar escuchando una de esas tímidas lluvias que nos hacen sentir paz. De inmediato llegó a mi mente Jesús, que nos invita a ir a él sin importar cuán difícil sea el camino, cuantos obstáculos encontremos o si el paisaje parece siempre igual. Estoy seguro que cuando nos toque llegar a su presencia, nos convenceremos de que, al igual que en la excursión con mis compañeros de trabajo, valió la pena el trayecto.
Ven a Jesús, confiésale tus pecados, arrepiéntete, comienza otra vez con más fuerza y vive de ahora en adelante los momentos de tranquilidad y esperanza que recibes cuando descansas en el glorioso hijo de Dios sin importar tus cargas. Ven y experimenta el sonido de la lluvia después del largo camino.
Que Dios te bendiga abundantemente.
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