miércoles, 28 de septiembre de 2016

Parte 1: El Impostor

Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
Mateo 18:20-22

Cuando Javier llegó a la celebración del reencuentro de su equipo de Baseball de juventud, se fue borrando poco a poco la sonrisa del rostro de Marcos, quien al verlo entrar, disimuló que continuaba disfrutando mucho de la fiesta.  Javier se acercó y le dió un fuerte abrazo de compañero de equipo a lo que Marcos, respondió por igual. José, el amado entrenador, observaba el reencuentro de estos dos viejos amigos desde el otro extremo del lugar donde estaban.

Era un salón acogedor para las 250 personas que asistirían al encuentro.  Habían 25 mesas con capacidad para 10 personas y todos los ex-jugadores asistieron a la reunión con sus respectivas parejas, hijos e hijas.  José avanzó y se acercó especialmente donde se encontraban Marcos y Javier, como si tratara de resolver algo que se había quedado pendiente en el pasado.

Al llegar donde se encontraban Marcos y Javier, saludó a todos los de la mesa.  Tomó con cada quien su tiempo, hasta acercarse donde se encontraban sus antiguos jugadores estrella, quienes conversaban animadamente sobre sus vivencias en los partidos del pasado.  Luego de conversar un rato con ambos, José llamó a Marcos para tener una conversación a solas.  Cuando Marcos se alejaba de la mesa, su seriedad disimulada se transmitía lentamente al rostro de Javier, quien al cabo de un rato, fué sorprendido un poco pensativo por una bella joven que le devolvió la alegría de la fiesta.  Era Liza, su amor de juventud, quien al igual que Javier aún no se había casado ni tenía hijos.  En pocos segundos, Javier y su antigua novia conversaban como en sus mejores tiempos, mientras Marcos y José caminaban hacia fuera del salón para hablar sobre un tal "impostor".

Continuará ...

Dios te bendiga abundantemente...

martes, 20 de septiembre de 2016

Si la Sal fuera Azúcar

Buena es la sal; mas si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará?
Lucas 14:34 

Nuestra hija mayor acaba de cumplir 9 años. Esta es la etapa donde los niños se convierten en grandes maestros, y nos deleitan con sus geniales preguntas que a veces nos ponen en apuros y otras veces nos ponen a pensar verdades profundas y fundamentales de la vida.

Una mañana común, estaba desayunando junto a mi hija mayor cuando esta de repente me dijo: Papi, ¿te imaginas que la sal fuera azúcar? No recuerdo bien mi respuesta, pero instantáneamente, llegaron a mi mente las palabras de Jesús:

"Ustedes son la sal de este mundo. Pero si la sal deja de estar salada, ¿cómo podrá recobrar su sabor? Ya no sirve para nada, así que se la tira a la calle y la gente la pisotea." Mateo 5:13

Considero que la pregunta de mi hija mayor fue una pregunta mágica, pues me hizo pensar que debemos parecernos cada vez más a la sal.  La sal da sabor a la comida que comeremos, sirve para conservar los alimentos y además se usa como cicatrizante a las llagas de nuestras heridas. Siempre y cuando no se agregue más de lo necesario, también hace ameno el sentarse a la mesa junto a nuestros seres queridos para compartir esos buenos momentos difíciles de olvidar.

No dejemos que nuestro sabor se diluya con las dificultades del mundo, donde a lo malo se le quiere llamar bueno y a lo bueno malo  (Isaías 5:20).  Debemos continuar luchando por ser cada vez mejores a través del perfeccionamiento de nuestra relación con Dios.  Avanzar continuamente y no cansarnos de trabajar, de guiar a nuestros hijos, de planificar y llevar a cabo las metas que el Señor nos permita, sin que los embates del mundo nos quiten el sabor porque nuestra fortaleza e inagotable salinidad se encuentra en Jesús.

Teniendo sabor en Dios, construiremos un mejor mundo y un maravilloso porvenir para la gloria de su nombre.

Que Dios te bendiga abundantemente.

martes, 13 de septiembre de 2016

Siete Segundos

... Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.
Jeremías 3:13b

Eran las cuatro de la tarde de un domingo muy caluroso y mi hija menor me halaba las manos para ir a jugar al gazebo común del residencial donde vivimos. Bajamos las escaleras, saludamos a algunos vecinos que encontramos rumbo a nuestro destino. En unos instantes, ya estábamos correteando, riéndonos y disfrutando de esos momentos de la vida que no quisiéramos terminaran jamás.

Recuerdo que en el calor del juego, hice una parada y me dirigí a sentarme en uno de los extremos del área donde estábamos, mientras mi hija avanzaba corriendo hacia delante sin mirarme. Ella sonriendo se detuvo y dio media vuelta, pero había una columna de concreto que no le permitía ver donde yo estaba sentado mientras yo me quedé callado para ver su reacción. ¿Cómo podía actuar una niña de un año y ocho meses ante verse sola y sin su padre?

Su reacción fue inmediata. Miró hacia la izquierda y hacia la derecha; luego llamó con voz fuerte: "Paaapiiii...", a lo cual yo no respondí. Un poco desesperada, dio algunos tímidos pasos para luego desplomarse en el piso. Justo antes de empezar a llorar, me vio y su rostro se iluminó, expresándome con su mirada el regocijo de haber conectado su mirada con la mía, como si quisiera decir: "Papi, ahí estás.  Ya me siento más segura. Sabía que no ibas a dejarme sola."

Este momento de confusión duró aproximadamente siete segundos y me hizo reflexionar sobre las distracciones que nos separan de nuestro Padre celestial.  Pensé que dentro del curso de la vida, a menudo nos enfocamos hacia otros lados, sin saber que poco a poco nos vamos alejando de Dios hasta experimentar sentimientos de soledad y tristeza.  A veces hasta llegamos a pensar que el Señor nos ha dejado solos.  Sin embargo, Dios se mantiene firme, mirándonos amorosamente y esperando que nuestros ojos se dirijan a su presencia para confirmar la promesa que nos hizo en Isaías 41:10 "No temas, porque yo estoy contigo...".

No temas, porque Dios está contigo.  Realiza los ajustes de tu lente y mira hacia él.

Que Dios te bendiga abundantemente.

viernes, 2 de septiembre de 2016

Vista 20-20

Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara...
1 Corintios 13:12a.

Los especialistas del cuidado de la salud de los ojos y la visión humana son los médicos oftalmólogos.  Mediante exámenes detallados de la vista, ellos clasifican el nivel de nitidez con que una persona puede ver el mundo y concluyen que alguien tiene una vista 20-20 cuando alcanza el mayor nivel de percepción de la realidad sin la necesidad de lentes u otro tipo de ayuda.

En el mundo espiritual, no se puede afirmar que se tiene una vista 20-20 a menos que se usen los lentes de la fe en Dios.  El Señor en su misericordia limpia permanentemente los cristales de nuestros anteojos cuando somos más íntimos con él.  Jesús nos orienta y nos guía a través de la oración y de la lectura de su palabra ofreciéndonos un horizonte claro, cumpliendo su promesa de dar paz infinita a todo el que confía sus fuerzas en él.

El brillo de la luz del Señor nos hace comprender más claramente nuestro mundo terrenal y espiritual.

Que Dios te bendiga abundantemente.

Retorno Seguro

Los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al c...