Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
Mateo 18:20-22
Cuando Javier llegó a la celebración del reencuentro de su equipo de Baseball de juventud, se fue borrando poco a poco la sonrisa del rostro de Marcos, quien al verlo entrar, disimuló que continuaba disfrutando mucho de la fiesta. Javier se acercó y le dió un fuerte abrazo de compañero de equipo a lo que Marcos, respondió por igual. José, el amado entrenador, observaba el reencuentro de estos dos viejos amigos desde el otro extremo del lugar donde estaban.
Era un salón acogedor para las 250 personas que asistirían al encuentro. Habían 25 mesas con capacidad para 10 personas y todos los ex-jugadores asistieron a la reunión con sus respectivas parejas, hijos e hijas. José avanzó y se acercó especialmente donde se encontraban Marcos y Javier, como si tratara de resolver algo que se había quedado pendiente en el pasado.
Al llegar donde se encontraban Marcos y Javier, saludó a todos los de la mesa. Tomó con cada quien su tiempo, hasta acercarse donde se encontraban sus antiguos jugadores estrella, quienes conversaban animadamente sobre sus vivencias en los partidos del pasado. Luego de conversar un rato con ambos, José llamó a Marcos para tener una conversación a solas. Cuando Marcos se alejaba de la mesa, su seriedad disimulada se transmitía lentamente al rostro de Javier, quien al cabo de un rato, fué sorprendido un poco pensativo por una bella joven que le devolvió la alegría de la fiesta. Era Liza, su amor de juventud, quien al igual que Javier aún no se había casado ni tenía hijos. En pocos segundos, Javier y su antigua novia conversaban como en sus mejores tiempos, mientras Marcos y José caminaban hacia fuera del salón para hablar sobre un tal "impostor".
Continuará ...
Dios te bendiga abundantemente...
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